100% Café Arábica

¿Es el Arábica el mejor café?

El consenso de los entendidos en café es que el Arábica, la calidad más dulce y fragante de la bebida oscura, ocupa firmemente su primer puesto en el podio cafetero. De las más de 100 variedades de Coffea existentes, el Arábica posee esa mezcla de sabor, aroma y delicadeza que lo convierte en la calidad más popular y cultivada. El 70% del café que se produce en el mundo, casi tres cuartas partes de toda la producción, procede de las drupas maduras de las plantas de Arábica.

Pero, ¿por qué tiene tanta fama y por qué se prefiere el Arábica a su hermano Robusta? El café Arábica es el más versátil de los cafés, gracias a sus aromas y propiedades. Para entenderlo, hay que descubrir su sabor, sus orígenes y su delicadeza. Esta variedad permite cultivar tanto calidades sencillas, fáciles de encontrar en los estantes de los supermercados, como calidades sofisticadas y especiadas, que ofrecen experiencias sensoriales fuera de lo común a precios mucho más elevados.

¿Qué aspecto tienen los granos de café arábica?

En altitudes comprendidas entre 800 y 2100 metros, la planta de Arábica se siente más cómoda entre los 17 °C y los 25 °C, por lo que también se le llama café de montaña o de alta montaña. Los cafetos, que crecen de forma silvestre hasta una altura de seis metros, producen granos alargados que, al tostarse, adquieren un vivo color marrón con una estrecha hendidura central en forma de S.

El origen del mito: el término «Arábica»

El café tiene una historia antigua, incierta y misteriosa; el propio nombre de «café» es de origen moderno. Por esta razón, rastrear los primeros pasos de esta bebida no es fácil: ¡nadie lo llamaba café!

Esta ambigüedad de fuentes se encuentra también en el nombre «Arábica», elegido por las poblaciones árabes, que tenían el monopolio de toda la producción de café. Sin embargo, el nombre más correcto habría sido «Coffea Ethiopica», ya que los orígenes de la planta se remontan a África y no a Oriente Próximo.

Más bien, los barcos cargados con los preciados granos partían de Arabia y llegaban a Europa. El puerto más famoso era la ciudad portuaria yemení de al-Mukha, también conocida como «Mocha», que da nombre a la querida cafetera.

Cuando se derrumbó el monopolio árabe del café, su cultivo se extendió a otras regiones del mundo: América del Sur y Central, las islas del Caribe, el sur de Asia.

Aquí se hizo importante cultivar plantas menos delicadas que pudieran soportar climas menos ideales.

Estas características se dieron plenamente en las plantas Robusta, más fuertes y resistentes que las sensibles Arábica.

Sin embargo, la supremacía del Arábica sigue imbatida hasta nuestros días. ¿El secreto? Su sabor delicado, especiado y perfumado.
Café Arábica: una elección para el paladar

La calidad del café Arábica es famosa por su sabor equilibrado y colorido.

Su sabor se aleja del amargor del café que todos conocemos (que pertenece más bien al Robusta) para ofrecer un bouquet de sabores más alegre y refinado.

El Arábica es casi dulce al paladar

El aroma que desprende se debe a las propiedades organolépticas y climáticas del suelo en el que se cultiva la planta. Por esta razón, existen tantas variedades de Arábica como zonas de origen. El ambiente fresco del café Arábica de las tierras altas, por ejemplo, se refleja en su aroma.

El sabor es muy diverso, pero conserva algunas características importantes que unen incluso a las distintas variedades.

Convence con un sabor limpio, redondo y ligeramente dulce. Las notas afrutadas y cítricas son típicas y bastante refinadas, baja astringencia, escasos toques de chocolate. El aroma, fuerte pero finamente perfumado, es característico del café Arábica. La densa crema marrón rojiza lo convierte en el clásico grano espresso de la cultura occidental. Su nota delicada se combina con un contenido relativamente bajo de ácido clorogénico y un bajo contenido de cafeína.

Cómplice de esta particular formulación del sabor es también el tueste.

Un café Arábica con un tueste perfecto

El grano Arábica es bastante delicado por naturaleza.

Para obtener una mezcla perfecta, hay que prestar especial atención a cuándo y cómo se tuestan.

Delicados como son, estos granos se adaptan mejor a un tueste de ligero a medio, que conserva intactas las propiedades y el sabor de la bebida.

Por eso los granos siempre tienen un color parduzco y nunca un toque quemado.

El sabor del café Arábica puro

El sabor final de una mezcla de Arábica puro es un experimento de imaginación, un toque de color.

Claro y suave, fragante y detallado en su sabor: la experiencia de un Arábica 100% es claramente diferente a la de una mezcla de Arábica y Robusta. Puede que el paladar tarde unas cuantas tazas en acostumbrarse a estas nuevas notas de sabor, pero después será realmente difícil volver atrás.

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Con su bajo contenido en cafeína, el Arábica también es perfecto para quienes desean un café ligero que no impida un buen descanso: de hecho, contiene de 2 a 3 veces menos cafeína que el Robusta.

Para los más curiosos, en cambio, las mezclas de Arábica ofrecen una selección de calidades con orígenes diferentes y características sofisticadas.

Un café para disfrutar y probar en todas sus formas. Apto para todos los públicos y realmente sabroso.

Advertencia: ¡no es oro todo lo que reluce!

Es importante precisar que, a pesar de las propiedades a menudo consideradas nobles del grano, la etiqueta frecuentemente utilizada «100% Arábica» no siempre es garantía de calidad superior.

De hecho, sólo un 5% de la cosecha total se considera de alta calidad y, como ocurre con los vinos, hay productos malos con buenos nombres y viceversa. No hay que dejarse impresionar por nombres engañosos como «Brasil Santos» (que no es más que el nombre del gigantesco puerto cafetero de Santos, Brasil).

Aunque el café Arábica se suele poner por delante del café Robusta, existen tanto variedades muy buenas de Robusta como variedades pobres de Arábica. Por lo tanto, si busca una buena mezcla de Arábica, no sólo debe fijarse en el nombre y la composición, sino también en el origen, la calidad y, sobre todo, las características del grano.

Como siempre decimos, cuando se trata de café, no hay que estudiar más, ¡sino probar!