Derecho penal sobre el café tostado
La tarifa punitiva para el café tostado fue introducida por primera vez en Prusia por Federico el Grande. Era bastante normal en aquella época imponer una especie de impuesto de lujo a los productos coloniales. Sin embargo, a medida que el café se fue extendiendo y los volúmenes de importación superaron los de un producto de lujo exclusivo, Federico el Grande tiró de la cuerda y prohibió por completo la importación de café tostado. Después de un corto período en el que sólo se podía importar café verde (sujeto a altos aranceles punitivos), es decir, que la gente simplemente tostaba su café por sí misma, también se prohibió el tostado de café. El monopolio del café tostado estaba, por tanto, en manos de la empresa estatal de tostado.
Cuando la magnitud del contrabando de café ilegal y la destilación ilícita alcanzaron proporciones incontrolables y se hizo evidente que el Estado estaba perdiendo grandes cantidades de ingresos fiscales, se levantaron las prohibiciones y se reintrodujeron los impuestos. El impuesto sobre el café (2,19 euros por KG de café) no puede considerarse un deber de protección, ya que el café no crece en Alemania. Para proteger al menos la cultura de tostado alemana, se introdujo el deber punitivo sobre el café tostado, que sigue vigente hoy en día. Esto significa que el café sigue estando sujeto a doble imposición hoy en día, porque por supuesto el IVA debe seguir pagándose en el café. Junto con el impuesto sobre el café que grava los productos de café que se consumen en el país, el café aporta cada año al Estado alemán alrededor de mil millones de euros.
Dado que el café tostado es un salto importante en la cadena de valor, la práctica de importar café verde libre de impuestos es controvertida. La mayoría de los países cafeteros son bastante pobres y se beneficiarían del proceso de tostado en su propio país.
Una petición para levantar los impuestos y aranceles del café fue finalmente rechazada por el Bundestag en 2013.